El dolor de las amistades perdidas

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Mujer sentada en una silla negra frente a una ventana de cristal con cortinas blancas

Publicado por Estarlincito

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En la travesía del dolor y la soledad, descubrí mi fuerza

Recuerdo que era un dolor intenso, algo quemaba mi pecho a toda costa. Recuerdo desear encontrar a alguien que empatizara conmigo, anhelaba un video, un artículo psicológico, cualquier cosa para calmar mi dolor.

Un día, solo en casa, le escribí a una amiga para saludarla, siendo la única persona a la que le había escrito. Esperaba su respuesta, la recibí y fue muy amable. Quería continuar la conversación, pero mi sensibilidad me indicó que no duraría mucho, así que dejé que la conversación muriera.

El agudo dolor se instaló después de que terminó la conversación: el dolor de la decepción, creado por mí mismo al esperar que los demás actuaran como yo actúo. En otras palabras, quería que cumplieran mis expectativas, lo cual está mal. Debería hacer las cosas con amor sin esperar nada a cambio, aceptar a las personas tal como son y no esperar nada de los demás, sino esperarlo todo de mí.

"Enfrenta la vida con firmeza. Los amigos vienen y van, acepta la realidad, hazle un moño a la vida. Vive plenamente."
-Estarlincito-

mujer con silueta sosteniendo el cabello | La expresión hacerle un moño a la vida simboliza la creatividad y el control que se puede ejercer sobre las experiencias, independientemente de los cambios en las relaciones.

La angustia persistía y me preguntaba por qué no tenía amigos. Reflexioné sobre mi pasado y recordé ser un niño aplicado en la iglesia, temiendo a la biblia por considerarla sagrada. Cumplía con lo que la biblia y mi ex-religión decían, incluyendo la prohibición de tener amigos del mundo. Hice un gran esfuerzo por cumplir esto, familiarizándome con las personas de la iglesia y dejando de lado a los del mundo.

Al abandonar la iglesia, perdí a los amigos que tenía allí. Ahora solo tengo gente que me conoce, sin nadie para compartir mis desgracias o alegrías. En otras palabras, al seguir los mandatos de la iglesia, no hice amigos en el mundo, y al abandonarla, perdí a los amigos que tenía allí.

La herida del abandono tiene un papel fundamental aquí, ya que quien la tiene lleva la máscara de dependiente. Las actitudes de un dependiente son esperar que un poco de afecto sea para toda la vida, sentirse mal cuando las cosas no van como él quería y buscar el amor propio en el exterior. A la hora de relacionarse afectivamente, sufre porque espera más de los demás que de sí mismo.

Conclusión:

'Levántate'. Las personas pueden entrar y salir de nuestras vidas, pero los verdaderos amigos, los que permanecen, son un tesoro invaluable. No puedo perder de vista a mi mejor amigo: yo mismo. No estoy solo; tengo mi propia fuerza y resiliencia. Debo convertirme en mi mejor aliado, confiar en mis capacidades y esperar todo de mí. Porque, lo creas o no, lo demás llegará cuando menos lo espere, trayendo consigo nuevas oportunidades y conexiones significativas.