Esa sensación en el pecho

Verificado
4 minutos
Mujer pensando en el espacio con estrellas

Publicado por Estarlincito

Última actualización: 

¿Y si esa sensación en el pecho, ese malestar, te está atormentando? Quizás, leer esta publicación pueda ser tu camino hacia la mejoría.

¿Qué es esa sensación que recorre mi cuerpo? Eso que me hace estar enojado, pero sobre todo con ese agudo dolor en el pecho. Ese dolor que ni abrazando mis almohadas desaparece, sino que persiste en mi pecho, causándome miedo. ¿Qué haré con ese agudo dolor?

¡Ah, ya sé! Es el malestar de la decepción por haberme ilusionado con aquella dama. Es como dicen en mi país: estaba construyendo castillos en la arena. Eran unos hermosos castillos donde vivía junto a aquella princesa de piel morena y ojos bonitos. Recuerdo que salimos a pasear por aquellos castillos, todo era tan bonito.

Un día, una fuerte brisa irrumpió en la isla. Los castillos intentaban sostenerse, pero la brisa los derribó. Para mi mala suerte, me encontraba en el último piso, así que caí desde lo más alto. Lamentablemente, no tenía nada para protegerme: ni casco protector, ni paracaídas, nada.

Mis dolencias... No sé cómo, pero caí y solo me fracturé en mi interior. Caí sobre toda esa arena y sin querer, entré en un sueño donde solo recordaba aquella ilusión y mi vida con esa bella morena.

"No es bueno detenerse en los sueños y olvidarse de vivir"
―J.K. Rowling―

niña, nubes, luna

Un señor que pasaba se compadeció de mí, me llevó a su casa, él y su amada me ayudaron a despertarme de aquel profundo sueño. Pero el malestar en el pecho persistía, así que fui a la clínica más cercana para ver qué me pasaba. No sé el nombre de la máquina, pero una doctora vio mi interior con esa máquina y se dio cuenta de que el malestar era por mis decepciones. Me dijo que había un problema de indiferencias, ya que había perdido a todos mis amigos. Lo que pasó fue que, como era Testigo de Jehová y seguía todas las prácticas de esa religión, tenía buenos amigos. Pero luego de que cambiaron mis pensamientos, perdí a todos aquellos amigos. Así que tenía encima la pérdida de aquellos amigos y también esa decepción por haber construido castillos sobre la arena con aquella morena.

El malestar persistía, así que acudí a un lugar donde tenían un buen ungüento para calmarlo, y funcionó. Desapareció por unos días, pero luego regresó. Seguí buscando hasta que descubrí algo relacionado con el estudio del comportamiento humano (Psicología). Disfrutaba leyendo sobre este tema, y resultó ser de gran ayuda. Aprendí a realizar las cosas por amor en lugar de buscar la aprobación de los demás. Esta comprensión me liberó de la rabia y el odio que sentía hacia aquellos amigos que me habían abandonado. Me permitió explorar mi pasado para entender mis acciones pasadas, conocerme mejor, a apreciar más a las personas y empatizar, en mayor medida, a llevar una vida consciente y más plena. Me instruyó en la importancia de no permitir que el ego domine mi vida, sino en tomar las riendas de mi propio destino. Me inculcó disciplina, el establecimiento de metas y objetivos. También me hizo comprender que el malestar que experimentaba se originaba en la negación de mi realidad, por lo que comencé a leer sobre cómo aceptarla para liberarme de ese dolor persistente.

Conclusión:

Aprendí que la vida no espera a que alguien le dé color, sino que nos da el pincel para crear sobre esa hoja en blanco, para pintar paisajes rebosantes de amor y alegría. Lo más valioso que descubrí fue aprender a vivir en el presente, a dirigir mi camino sin dejar que el ego tome las riendas. El ego ama revolotear en el pasado o en el futuro, desatando así ese dolor en el pecho. Pero gracias al poder de la aceptación, hoy el lienzo está aquí, fresco y listo para ser pintado con el arte de vivir cada instante.